¿Cómo se interpretan los sueños?
Génesis 40:8: «Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete». José les dijo: «¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora». Entonces el jefe de los coperos y el de los panaderos contaron sus sueños a José, y le dijo…
Génesis 41:15-17. Y el faraón le dijo:
–He tenido un sueño y no hay quien lo interprete; pero he sabido que tú, si oyes un sueño, lo puedes interpretar. –Eso no depende de mí –contestó José–; pero Dios dará a Su Majestad una contestación favorable.
El faraón contó a José: –En mi sueño, yo estaba de pie a la orilla del río Nilo…,
Dan 2:26-28. Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.
Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:
Este capítulo dos, referenciado aquí, todo él es extraordinario, porque Nabucodonosor no solo quería que le interpretaran su sueño, sino que le adivinaran lo que había soñado; al tiempo que su significado o interpretación.
Los sueños no son una mancia o arte adivinatoria, son un lenguaje; el lenguaje del espíritu y, así como hay quien tiene cierta habilidad para aprender idiomas; así mismo hay quien tiene cierta gracia o habilidad para leer o entender el lenguaje de los sueños.
Sobre todo, el que es nacido del espíritu, este es como el nativo, entiende bien su lengua vernácula por haber nacido en el país donde se habla. En ninguna literatura que no sea cristiana he observado el termino, la expresión, o invitación a nacer de nuevo, como en los evangelios y el resto del nuevo testamento. Esa era la fuerza de los profetas, ese era el secreto de esa elite de personas y escuelas, que no raza.
¿Por qué subrayamos esto?… Muy sencillo; porque el lenguaje de los sueños es simbólico, personal e intransferible del sujeto que los sueña; ellos encierran entre otras cosas ciertos matices que hacen referencia a la profesión, condición social y circunstancias del soñador. Es decir, si uno es panadero le hablará de acuerdo con los elementos y herramientas con las que él se desenvuelve y mejor se entiende; si otro es mecánico, informático, o cualquier otra rama de las ciencias, las artes o los oficios; los sueños se ajustarán a la condición del individuo para hacerle entender un mensaje en el que los elementos simbólicos de su profesión, situación social y circunstancial, solo sirven para mostrarle una realidad virtual relacionada con su actitud ante la vida, sus circunstancias y su vivencia interior.
Un símbolo por sí mismo en un sueño, no dice nada, sino es dentro de las circunstancias, vivencias, impresiones y sentimientos que se dan en el conjunto de este. Son como las palabras, que tienen poco valor en sí mismas, sino es en el conjunto de la oración, cuando expresan una idea, un concepto, una realidad en el contexto de la conversación.
Los símbolos de la profesión y el uso de las cosas más frecuentes y habituales, así como las impresiones más recientes del soñador, son los elementos que los sueños utilizan para comunicar un mensaje, que normalmente, salvo algunas excepciones, suelen hacer referencia a la conducta de índole moral, ética y de la relación social de su entorno.
Los sueños utilizan los elementos con los que la persona se relaciona en su vida profesional y social, así como las vivencias más recientes, con la finalidad de que el soñador entienda mejor el mensaje de su sueño.
En conclusión, la interpretación de los sueños es un don nato de Dios y una capacidad, aunque nata, desarrollable.
Esta es la causa por la que el pueblo hebreo israelí se ha destacado sobre los demás, no por ser una gran potencia que siempre fue nimia en comparación con sus contemporáneas anteriores y posteriores; sino por una escuela de profetas y visionarios capaces de penetrar en esa dimensión donde los sueños son, están y desde donde fluyen.